Se trata de una «playa para perros» pero no exclusivamente canina. Los bañistas perrunos y sus dueños tendrán que compartirla con el resto de la población sin mascotas o con mascotas de otras especies y cumplir una serie de normas. Los animales deben estar debidamente vacunados e identificados con chip. Deberán pasear atados por la playa y solo se podrán librar de la cadena a la hora de acceder al baño.

Una vez fuera del agua deberán volver a llevar correa. Los perros clasificados como «peligrosos» deberán ir en todo momento con bozal y atados y los propietarios están obligados a recoger siempre las deposiciones de sus mascotas. La playa, como todas las del término, es de canto rodado y se hace especialmente dificultosa su limpieza si los ciudadanos no colaboran y hacen gala de su civismo.

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