María Carmen Bernal Tabuenca nos ha contado la historia de su perrita Mencar y cómo la ayuda en su vida cuando la avisa de sus cambios de azúcar sin nadie haberla enseñado. Es increíble lo que llegan a hacer.

Todo comenzó cuando una serie de desgracias familiares en el 2002 dejaron a María Carmen y su madre muy solas y tristes. Un día al salir de una joyería de arreglar el anillo de su padre fallecido pasaron frente a una tienda con tres cachorros. Y uno de ellos les hacía reir y se quedaba muy triste cuando se marchaban. Y así varias veces.

Decidieron entrar y  este perrito se tiró a los brazos de Carmen y no se quería separar. Mencar ( Carmen al revés) se fue a casa con ellas. Ya era una más de la familia y estaba feliz. Cuando la llevaron al veterinario les dijo que tendría muchos problemas de salud, que todavía estaba a tiempo de cambiarla………pero conociendote, no lo harás, por eso te lo he dicho.

Por supuesto, Carmen no pensó siquiera en cambiarla. Como tiene que ser. La aceptó con todos sus problemas y la cuida en lo que necesite. Y siempre que las ha visto tristes, ella, aún estando mal, hace tonterías para verlas reír.

¡Y ahora empieza lo increíble.!

Carmen no se encontraba bien de salud, y Mencar lo notaba. Cuando estaba mal, ella siempre a su lado. Siempre dormía con su madre y había noches que quería dormir con ella, no se separaba ni un segundo. La doctora que tenía le decía que se inventaba todo, que no le pasaba nada, hasta que un día casi entró en coma. Y ahí vieron que Carmen es diabética.

El día de Nochebuena del 2014, 6 meses después del diagnostico, Mencar no paraba de darle con su patica en la pierna, iba de uno a otro. Nadie notaba nada raro, pensaban que quería comer algo, y no era así. La cogió en brazos y se mareó. Al mirarse la glucosa tenía 27 de azúcar!

 ¡ Mencar llevaba más de media hora avisando!

Nadie la ha enseñado, aunque hay perros a los que se prepara para avisar de las subidas de azucar. Y Carmen nos cuenta que «Cuando me está bajando el azúcar o me va a bajar, no se separa de mi. Quiere que la coja en brazos y me da besos como si me diera de beber agua. Se pone muy tensa. No son besos de jugar. Y cuando me sube o me va a subir el azúcar quiere que la coja en brazos y trepa hasta mi cabeza, así puedo mirar como estoy.Cuando hemos ido a la calle en su carrito, pues Mencar ya es mayor, en alguna ocasión no para de mirarme y llora, Me miro y al rato me baja el azúcar.

Hace tres meses, Mencar casi se nos va, estuvo muy malica, tenía trombocitopenia, incluso una de esas noches, me avisó. Cuando casi se nos iba, empecé a cantarle, a decirle que ella me había cuidado, y que ahora yo iba a ser su Ángel de la Guarda Terrenal. Mi madre es mayor, y cuando se levanta, va detrás, tocan al timbre y si no lo oye le avisa, si llaman por teléfono y no lo oye, le avisa.
Por eso la cuidamos tanto, y la seguiré cuidando, ella nos cuida como hacía mi padre. Creo, que de pequeña, entendió que la íbamos a querer y cuidar pasara lo que le pasara, que no la sacrificamos, y Mencar nos lo devuelve avisándonos, sobre todo a mi, a su tata moza.«
Por todo esto creemos que Mencar es un ángel de 4 patas y se merece que la conozcamos.
¿No os parece? Nosotros en nuestro gran grupo también tenemos héroes, no sólo los que salen en los periódicos.
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